lunes, 16 de noviembre de 2015
Siempre
que suceden hechos tan desgarradores como los ocurridos durante este fin de
semana me pregunto en qué momento esas personas ya adultas, se perdieron. Qué
ejemplos de vida tuvieron, qué poco sentido le encontraron a sus vidas que
tuvieron que buscarlo en lugares donde sólo les presentaron la muerte y la
aceptaron. ¿Qué herramientas psicológicas y qué valores asimilaron en su
infancia y juventud para llegar hasta ahí?
Tanta
crueldad y violencia, no sólo invita a reflexionar sobre qué lleva en su
corazón el ser humano, sino también qué tipo de personas está construyendo la
sociedad actual con los ejemplos de vida que propone, con algunas de las series
o programas de televisión donde gana el que más grite al otro o el que con
insultos y vejaciones le degrade, entre muchas otras conductas nada edificantes
y que nuestros niños y jóvenes asumen como modelo a seguir.
Mi
reflexión te quiere invitar a dirigirte a la raíz. Si a esos adultos cuando
fueron niños y jóvenes se les hubiese educado en virtudes, se les hubiese
ayudado a desarrollar una buena capacidad crítica y a ser asertivos,
probablemente no hubiesen dicho sí a estas propuestas.
El
maestro es el principal factor de oportunidades y progreso de una sociedad y
eso hay que tenerlo siempre muy presente. Cada uno, esté en la situación que
esté, según su don personal, tiene la responsabilidad y también la gracia de iluminar
su entorno, nos decía Juan Pablo II. ¿A qué estamos llamados si no es a cambiar
el mundo desde nuestro pequeño o gran ámbito según nuestras posibilidades? Howard
Zinn, historiador social estadounidense, dijo en una ocasión que si la gente
pudiera ver que el cambio se produce como resultado de millones de pequeñas
acciones que parecen totalmente insignificantes, entonces no dudarían en
realizar esos actos. ¿El maestro a qué está llamado si no es a mejorar el mundo
desde su escuela, su aula, su pequeño grupo de alumnos?
Dolor,
sufrimiento, abandono, rechazo, abuso, explotación, muerte, violencia, egoísmo,
odio, frustración, adicción, soledad… Son tantas cosas vividas por los niños
las que pueden conformarles como personas alejadas de todo bien. Todos nacemos
con la capacidad para la empatía, la generosidad, la compasión, el perdón, pero
también dependemos de nuestro entorno. Cuán importante es ser consciente de que
igual que uno aprende a hablar, la violencia, la agresividad y tantas otras
conductas también se aprenden gracias a ejemplos y vivencias cercanas que con
el tiempo acaban formando parte del ser. Qué importante es mostrar a esos
niños, jóvenes, adultos, que la vida tiene un sentido siempre a pesar, incluso,
del sufrimiento.
Sería
todo un reto, pero maravilloso, que el maestro influyese en sus alumnos hasta
el punto de que estos fueran capaces de encontrar un por qué para superar
cualquier cómo[1]. Y es
que hay que tener presente que “esta cadena infinita de violencia ni es casual,
ni es incontrolable o inevitable. Se puede interrumpir”[2].
Cómo se transforma la persona cuando se siente querida, aceptada, acogida,
acompañada y llamada a responder en esa medida por la fe y la confianza que
ponen en ella los demás. Poca gente puede ser considerada como un caso
imposible. Todos o casi todos hemos necesitado en algún momento, en mayor o
menor medida, que alguien nos devolviese la dignidad y nos situase en la verdad
de lo que somos y lo que potencialmente podemos llegar a ser.
En esta ocasión te propongo que trabajes,
en la medida de lo posible, la capacidad crítica proponiendo a tus alumnos una
serie de interesantes dilemas morales que les permitan pensar y reflexionar
sobre la mejor y más justa decisión a tomar, de tal forma que puedan ir
comprendiendo lo que es justo, injusto, correcto, incorrecto, deseable o no, en
su forma de actuar o pensar.
Para profundizar más en esta idea puedes
dirigirte al estudio sobre el desarrollo moral que hizo Kohlberg (1927–1987). Su
dilema más conocido es el “Dilema de Heinz”. A partir de ese ejemplo puedes
redactar otros dilemas adaptados a la edad de tus alumnos y plantearlos de
forma grupal, a través de un debate o como trabajo individual, pero siempre
poniéndolo al final en común con toda la clase.
[1] Esto lo expresa muy bien Nietzsche
cuando reconoce que quien “tiene un por qué para vivir puede soportar casi
cualquier cómo”. Cit. FRANKL, V.
(2004). El hombre en busca de sentido. Barcelona: Editorial Herder. p. 127.
[2] ROJAS MARCOS, L. (1998). Las semillas de la violencia. Madrid:
Editorial Espasa Calpe. p. 211.
4 comentarios:
La verdad es que lo acontecido este fin de semana ha sido algo terrible y que genera temor y incertidumbre sobre el futuro del ser humano. Parece que ya no hay esperanza en el mundo, que hay problemas que no tienen solución y que vamos a la deriva sin un rumbo definido. Incluso se usa a Dios para justificar esa violencia sin sentido. Muchos coinciden en que una buena educación y virtudes desde la primera infancia parecen la única solución. Además, los propios grupos terroristas educan a sus menores en el horror de la guerra y lo hacen algo normal a base de repetirlo y convertirlo en lo contrario a una virtud. Hoy más que nunca, blogs como éste se hacen necesarios en un mundo en el que la única forma de salir de esta oscuridad es a la luz de las virtudes. Educar a los niños en el orden, la fe, la justicia, la búsqueda del bien común... es la única manera de construir una sociedad edificante, donde Dios no es una excusa para atacar al prójimo, sino la certeza de Alguien que guía el mundo y nuestras vidas por el camino de la felicidad y el bien común.
La educación es clave para la integración, es clave para la adquisición de conocimientos y de valores.Y los grandes cambios son el resultado de la acumulación de muchos pequeños,algo que nosotros podemos llevar a cabo cada día en las aulas, gracias por recordárnoslo Rebeca. El terrorismo no se combate únicamente con las armas.
Importante es la educación que recibimos en la niñez por aquellas personas que forman parte de nuestro entorno, comenzando en casa con la familia y continuando con los profesores en los colegios. Los niños aprenden con el ejemplo y repiten el comportamiento de las personas que admiran, por eso es importante que el profesor sea capaz de hacer soñar a los niños con ser mejores cada día y luchar por un mundo mejor para todos. Porque lo que se aprende de niño no se olvida!!
Me parece muy oportuna esta reflexión frente a los acontecimiento en París. Algo en lo que me parece que no se ha incidido mucho cuando se comentan en los diferentes medios de comunicación, es en la educación que han recibido en Occidente los terroristas. Por lo que entiendo son personas que nacieron en Francia o Bélgica y por tanto, se educaron allí. ¿Por qué no fueron receptivos a los esfuerzos iluminadores de sus profesores y profesoras? Obviamente no se me ocurriría decir que estos docentes tienen alguna responsabilidad en lo que pasó, de ninguna manera. Lo que quiero decir es que debemos sentarnos a reflexiona como esa capacidad iluminadora de los y las profesoras puede ser un elemento integrador definitivo.
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